El alma es de donde siente paz
Piernas quemadas, mejillas rojas, tu espalda color camarón porque odias el bloqueador y mis cachetes como un tomate. Es así, juntos vamos caminando en busca de un lugar adecuado donde poder respirar tranquilos a la espera de la caída del sol.
Veo tu silueta, esa que se hace en la tarde cuando falta poco tiempo para que los rayos de luz le den la bienvenida al anochecer.
Pienso en ello, te veías feliz o eso me hace creer mi recuerdo, tu sonrisa era peculiar, diferente y quién pudiera verla debería sentirse privilegiado.
Mientras todas estas ideas vienen a mi mente, tu me ves y se detiene el atardecer, bien cliché lo se, pero contigo hasta eso se volvía único, quiero abrazarte, sentir tu calor sin tener que soltarte más.
Ahí mismo, te levantaste para poder hacer unas capturas del alucinante cielo, comentaste que era pintado por los dioses, aunque a veces asumía que sólo creías en la energía, el mejor artista se había esmerado ese día con las nubes y sus colores, rosado, celeste y un poco de naranja se podía apreciar.
Te quería decir tantas cosas, sólo encontré unas pocas palabras y te hable al oído expresando que no hay fotografía en el mundo más hermosa que aquella en donde puedo contemplar tu rostro brotando felicidad como en ese momento. Tu me miraste con ojos de ternura y una cara de niño amado, eso bastó para entender que desde ese día mi alma había encontrado su lugar soñado.
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